12.5.07

Un curioso, curioso día...

Beep-beep-beep-beep!

Desperté al sonido del despertador anunciando las siete de la mañana. Tenía mi último examen final, Lingüística, a las diez. Pero puse pues el despertador a las siete porque como después del examen volvería con Luisa a Chihuahua, no tendría tiempo después de ver Ugly Betty y Grey’s Anatomy por Internet (pues se me habían pasado el día anterior). Después de aventarme hora y media de televisión vía Internet –milagro es la tecnología- sin tener que levantarme aún de mi... bueno, no cama, del piso, fui a hacerme de desayunar. Al entrar a la cocina me doy cuenta de que gracias a un cálculo erróneo de administración para no dejar perecederos en el depa antes de irme de vacaciones, me había extralimitado y ahora no tenía que desayunar.
En esos cálculos pensaba cuando en eso, me doy la vuelta observando por la ventana del balcón la torre de San Patricio y en ese momento preciso, las diez en punto empiezan a sonar las campanas.

Dong. Dong. Dong. Dong. Dong. Dong. Dong. Dong. Dong. Dong…

Tal vez no suene tan curioso como deba sonar, pues lo que pasa es que justo el día anterior me preguntaba porque en todo el semestre no había oído el canto de las campanas al llegar la hora en punto. Y el último día de estar en El Paso, en mi depa, suenan. No se tú, pero yo creo mucho en eso de las señales. Y esta sonaba muy claro, y muy clarito también.
Voy a la escuela, entro al salón, respondo las preguntas, soy el primero en terminar y me voy. Camino a casa de Luisa.
“Tenemos un problema.”
Me explicó que, al quererse llevar todas sus cosas para vaciar su apartamento, se dio cuenta de que su carro lleno solo podría cargar la mitad de sus cosas. Así que encomendó la mitad de sus cosas a un amigo de ella que también irían a Chihuahua para que las llevase consigo. El punto es, tendríamos que esperar hasta mañana. A mí me pareció perfecto. Parecía que los Dioses habían decidido darme la oportunidad de ver la película de Alatriste después de todo.
Me fui. Había un día extra para mí y me sentía raro, diferente. Como si yo mismo fuera un Adolfo que no debería estar ahí, un Adolfo extra. Caminé buscando un lugar donde comer. Me iba a invitar a comer. En este día extra me dije, ¿porqué no?
Al entrar al enorme restaurante familiar lo primero que noto es que esta desierto, vacío totalmente excepto por mí y la mesera. Tomo asiento y trato de captar el simbolismo de mi situación. ¿Cuál es el mensaje? Tal vez que en este día extra estaré solo, tal vez que en este momento de mi vida solo me puedo valer por mi mismo, tal vez que el restaurante estaba a punto de ser clausurado por falta de clientela.
Mientras comía escuchaba, sobre mí, una bocina que emitía canciones antiguas de los 70s y 80s de alguna estación local. Y mientras yo cavilaba, meditaba, pensaba pues, en las cosas importantes de la vida, en las preguntas retóricas de la existencia, los enigmas terrenales que nos achacan como mortales que somos:

- ¿Cómo iba ese chiste de Chandler, donde Ross le pregunta que es lo que cierto pretendiente de Rachel quería con ella? Mhhh, no logro recordar.”

Y en los altavoces:
- Do a little dance, make a little love, get down tonight!”

Curiosas las señales de la vida. Curioso día, muy curioso.
Tenía varias horas que matar antes de la película, así que decidí vagar por las calles de El Paso una última vez antes de partir. Fui a casa de unas amigas y no estaban. Pero en el camino me topé con el local de una Médium “Lectura de la palma y el tarot”. Incapaz de contenerme entré a dar un vistazo. Si quería saber con claridad lo que Destino trataba de decirme, me dije, ¿porqué no pedir ayuda?

- Son $45.
- ¡¿Qué carajos?! ¿Acaso tengo cara de que puedo darme el lujo de gastar $45?
- Es un día muy raro para ti.
- Si bueno, eso si ya lo sabía…

Seguí vagando. Entre aquellos caminos entré a una tienda de libros y hasta a una peluquería llamada “Adolfo’s”, háganme el maldito favor. También entré a un Blockbuster, y de puro milagro, arrumbado en el último nivel de un escondido estante, encontré a la venta una película que estaba buscando, 10 Tiny Love Stories, por solo $4. Curioso, me dije, muy curioso.
Prosiguiendo, terminé de nuevo en la escuela y aproveché para checar mi correo y mandarle un mail a mi madre para avisarle que no llegaría ese día a casa. Entre mis correos, me encontré con que mi maestra de Lingüística, siendo yo el primero en acabar, ya había terminado de revisar me examen y me dio mi calificación final (A). Curioso que me haya dado mi calificación el mismo día del examen.
Por fin, era casi hora de la película. Dos locales antes de llegar al Fellini Film Café, me encuentro, saliendo de un café-bar a nadie más que mi profesor de Latín. Y me hace saber mi calificación final, para agraviar mi ya curiosa experiencia del día.
Entro al café, me siento en mi mesa, hago mi orden. Frente a mí se sientan un par de señoras, y entre ellas una bella jovencilla, de unos 15-16 años… y me mira. Adolfo, estás imaginando cosas, muchacho, tu concéntrate en tomarte tu agua. Doy una rápida mirada, me sigue observando atentamente. Evito hacer contacto, no tanto por ella si no por su madre a 2 decámetros de ella. Carajo, este día no deja de confundirme.
Dos minutos antes de que empiece la proyección, se levanta dicha señora y me pregunta si me molesta que se sienten enseguida de mí, pues ahí pueden ver que no. Obviamente consiento, y claro, la mozuela termina sentada pegad a mi lado. Es entonces cuando levanto mi cara al cielo, y a voz en cuello pero muy bajito:
- ¡¿Qué carajos quieren de mí?!

Por fortuna… o debería decir, por Fortuna, no hubo mas incidentes después de la proyección. Excepto que la película no me gustó nada.
- ¿Para eso me trajeron? ¿Para alcanzar a ver una película que no me iba a gustar?

Como ves, andaba ahora si extremadamente confundido con Destino. Emprendí pues mi camino al depa. Y antes de dar vuelta en cierta calle, alcanzo a ver la torre de San Patricio, el campanario. Observo mi reloj: 9:56, justo a tiempo para escuchar las campanadas. Corrí calle abajo para llegar a tiempo y me paré bajo la iglesia, esperando las campanas, como la última de las señales.

Y las campanas callaron.

Sobra decir, confusión total. Y me quedé pensando. Tal vez no hay señales tal vez son solo coincidencias, situaciones que nuestra mente necesita desesperadamente unir, ordenar y crearles un sentido en el llamado “gran esquema de las cosas.” Decido no darle más importancia al asunto, a las señales, y a ese curioso día. Digo, al fin y al cabo no puede ser más confuso que eso…
Entro a mi depa, abro mi cuarto y veo un KIMONO rosa colgado en la puerta de mi armario. Para mis adentros solo puedo decir:

No puedo creer que todavía falte una hora para que acabe este curioso día…

9.5.07

Mayo

Bueno muchachos, por fin de vuelta.

Esta vez le spresento mi ultima obra maestra, una pelicula experimental como ninguna otra. Preparense para sentir humor, drama, risas, lagrimas, odio, furia y mas risas. Todo eso y mas en... Mayo:



Buano ya, lo siento, tengo un sentido del humor muy raro, lo se. Pero hey, mirenlo asi, como una critica al cine experimental o... algo asi jajaja. Pero enserio eh? No coman mayonesa es del DIABLO. Bueno jajaja, no es tan mala, pero deberian de ser veganos como yo. La mayones acontiene huevos, que vienen de gallinas esclavizadas bajo el yugo de terribles granjeros. No, es neta eh? Pobres gallinas... bueno, ni que me fueran a hacer caso.

Hice otro video, ya mas en serio para proyecto final de mi clase de Video, pero como use una obra que no la escribi yo no la puedo subir asi que si lo quieren ver pidanmelo y se las ensenio.

En fin, de novedades hay pocas. Pronto regreso a Chihuas a ver que se hace por haya... Aun quiero digitalizar Mas Emilio Que Nunca y tal vez subirlo al Tube jajaj a ver que dice el mundo de las aventuras amorosas de mi compadre.

No creo hacer mucho video por mi tierra por falta de equipo, igual y me dedicare al ocio (que raaaro!). No se, tal vez algo de teatro, escribir o algo... peor sobretodo... vagar con Emilio.

Saludos!